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Acelerar la igualdad de género a medida que la tecnología evoluciona

Te proponemos un experimento rápido. Pensemos en un robot inteligente. En tu imagen mental, ¿ese robot es un hombre o una mujer? Es bastante probable que el robot tenga apariencia masculina, ¿verdad? Quizás eso se debe, en parte, a que, realizando una rápida búsqueda de imágenes en Google con esos términos, existen pocos ejemplos de robots inteligentes con apariencia femenina. ¿Y qué hay con a inteligencia artificial? Has notado que Siri, Alexa, Cortana… todos tienen nombres y voces predeterminadas femeninas. Apenas diez años de inteligencia artificial en nuestras manos y ya tenemos asistentes virtuales con voz de mujer y robots inteligentes con apariencia de hombre.

Estos avances en la inteligencia artificial forman parte de la llamada cuarta revolución industrial que está experimentando el mundo. Las tecnologías de automatización (robótica e inteligencia artificial) e intermediación (plataformas digitales) se combinan con los cambios demográficos y la globalización para transformar la forma de trabajar y las habilidades requeridas para el empleo. Esta revolución puede impactar en las brechas de género en el mercado de trabajo, ayudando a reducirlas o ampliándolas.

Nueva evidencia para la región

Así como el futuro del trabajo no es una foto fija, sino un escenario en construcción, la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe es un concepto vivo, que evoluciona. En la cuarta entrega de la serie, buscamos comprender cómo será el nuevo mercado laboral para las mujeres.

Hola Robots, ¿adiós mujeres?

En primer lugar, estimamos el impacto que las tecnologías de automatización tendrán en los trabajadores hombres y mujeres de cuatro países de la región Bolivia, Colombia, Chile y El Salvador. Aunque tanto hombres como mujeres pueden llegar a perder su trabajo en esta revolución digital, las mujeres presentan un mayor riesgo de automatización. El porcentaje de mujeres que pueden verse afectadas es ligeramente más alto para el promedio de los cuatro países, donde es posible que un 21% de trabajadoras mujeres requieran una transición hacia otras ocupaciones frente a un 19% de trabajadores hombres. Si miramos más de cerca, vemos que existen diferencias en las brechas existentes por país. Por ejemplo, en Bolivia y Colombia el porcentaje de trabajadoras en riesgo llega a 30%, versus el 10% y el 26% de los hombres.

Para entender los efectos de la automatización en el empleo de las mujeres debemos referirnos a una característica importante en la región: la alta segregación educativa y laboral contribuye a que haya una clara diferenciación en las tareas y el uso de habilidades entre hombres y mujeres. Por ejemplo, las mujeres eligen menos carreras relacionadas con las CTIM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas), y eso hace que estén rezagadas en el uso de las habilidades vinculadas con estas áreas. El tipo de habilidades que usan los hombres y mujeres en sus trabajos influye en la forma en la que se verán afectados por la automatización, puestos que algunas son más automatizables que otras.

Mucho más que plataformas…

En segundo lugar, describimos en qué situación se encuentran las mujeres en la economía de plataformas o economía gig como Uber, Airbnb, UpWork, Rappi, Glovo, Freelance –   que, junto a la robotización, constituye una de las mayores disrupciones que ha generado recientemente la tecnología en el mercado de trabajo. La economía gig puede expandir las oportunidades de empleo para las mujeres al presentar opciones con alta flexibilidad, reducir las barreras de entrada en sectores considerados típicamente masculinos y facilitar el acceso a clientes o a redes internacionales. Para el promedio de seis países de la región (Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, Paraguay y Perú), la flexibilidad horaria es una de las principales razones por las que las mujeres participan en estas plataformas, a diferencia de los hombres, siendo esta una de las últimas razones.

Sin embargo, en ALC al igual que en otras regiones, observamos que en el mercado laboral digital se están reproduciendo ciertos patrones del mercado laboral tradicional: existe una menor participación laboral femenina y los hombres y mujeres tienden a segregarse en distintos trabajos. Los datos disponibles para seis países de la región (Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, Paraguay y Perú) evidencian que las mujeres hacen un uso más limitado de los dispositivos digitales y de internet (tecnologías TIC), incluida la participación en la economía gig. Este rezago en las habilidades digitales básicas limita su posibilidad de obtener los beneficios que ofrece esta tecnología. Además, se evidencia un patrón de segregación ocupacional del mercado laboral digital en la región, tanto en el tipo de empresas como en el tipo de tareas.

segregación economía digital

Y ahora, ¿hacia dónde?

Para realizar con éxito las transiciones necesarias hacia la fuerza laboral del futuro, las mujeres necesitan adquirir habilidades y competencias tecnológicas adecuadas. Las mujeres deben conseguir mayor influencia en la creación y el uso de tecnología y estar preparadas para usar tecnologías básicas (como TIC) y avanzadas (como inteligencia artificial o robótica), así como para cultivar habilidades esenciales del siglo XXI, como la creatividad, la resolución de problemas, la empatía y la adaptación. Hoy nos encontramos en un punto de inflexión que presenta una oportunidad histórica para cerrar las brechas de género existentes en el mercado de trabajo y para ello es relevante la corresponsabilidad pública y privada ¿Cómo podemos impulsar el cambio? Descúbrelo en nuestra cuarta serie sobre ‘El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe’.

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