Por: Mercedes Wullich
Me encanta hablar de poder, porque con los años, tengo claro que es el que nos da lo que precisamos para alcanzar nuestras metas. El poder sirve para hacer, fue la conclusión a la que llegué luego de entrevistar a 6 mujeres que lo tenían cuando en 2004, escribí “6 mujeres, 6 voces, otra mirada sobre la mujer y el poder”.
Sin embargo, pocas veces escucho decir a las mujeres cuando las entrevistan o les preguntan en foros o debates sobre lo que quieren, aspiran, persiguen: “Quiero tener poder”. Como si fuera algo que nos cubre con una pátina negativa como ¿ambiciosas, codiciosas, calculadoras?
Suelo repetir que no tengo “vocación” de picapedrera -para romper techos de cristal o de cemento-… ni soy sor Maria de las Mercedes, para estar reconviniendo a todo dios lo que hace mal y debería hacer mejor. Y me niego a tener que seguir “alumbrando” el camino de quienes deberían tener amplitud de miras, porque, como líderes, tienen esa responsabilidad, estén donde estén. Pero con respecto a las mujeres a las que hablo y quiero despertar, siento que nuestra tarea ya no es la de convencer sino, y a esta altura, la de exigir.
Pocas veces escucho decir a las mujeres cuando las entrevistan o les preguntan en foros o debates sobre lo que quieren, aspiran, persiguen: “Quiero tener poder”.
Ya lo decía mi abuela
Yo, a los 17 años tomé conciencia de que la realidad con la que me encontraba en la calle no era la que había visto en la experiencia de mis tías, mis abuelas o mi madre que eran mujeres independientes que a mi modesta manera de ver estaban en un lugar bastante parecido a aquél en el que querían estar.
El problema, es que 45 años después, me encuentro ante la obligación de hablar del tema, para que las chicas, como aquella que fui yo, convencida de que de ahí en adelante sólo quedaba ir mejorando, no se lleven la gran decepción.
Mi abuela -en la foto, frente a la puerta de la redacción del diario La Razón de Buenos Aires donde trabajaba en – me decía, cuando se trataba de poner en valor lo que yo quería hacer con mi futuro: por Dios, vigila que nadie dé nada por hecho.
Y otra frase que suelo repetir porque me parece crucial y ella defendía: “No hagas lo que alguien podría hacer por ti si haciendo lo que te gusta, ganaras el dinero para pagarles”. La versión de haz lo que mejor sabes hacer y no te distraigas y ponle el precio que vale.
Es el poder, estúpida
Después de mucho estudiar, leer, comparar cifras, lamento decirles que todo se reduce a una cuestión simple y llana: tener poder.
Tener poder es hacernos visibles, ser referentes, abrir puertas y cambiar las reglas del juego. Si no estamos en el lugar donde se toman las decisiones ¿qué oportunidad tendríamos de cambiar las cosas, de barajar y dar de nuevo?
Después de mucho estudiar, leer, comparar cifras, lamento decirles que todo se reduce a una cuestión simple y llana: tener poder.
Y cuando digo cambiar las reglas, hablo de todo aquello que, según los estudios, informes y estadísticas, seguirá así por años. No hay grandes perspectivas de que cambien en los próximos 100. ¿Entonces qué hacemos?
Consejos de una optimista, para ponernos en acción
1. El poder sirve para hacer, pero tenemos que asumirlo y ejercerlo.
2. No lo busquen por los rincones, siéntense en primera fila, interrumpan, intervengan, aporten ideas con claridad y libertad.
3. Tengan ambición por llegar, y una vez ahí, abran las puertas a otras mujeres que no tienen las mismas oportunidades.
4. Sepan y hagan saber, que los prejuicios y estereotipos están para sacudirlos y ocuparlos con nuevas ideas.
5. Adquieran habilidades para alcanzar antes vuestros objetivos.
6. Construyan un lobby femenino. Los hombres lo tienen y lo utilizan… sería poco estratégico no hacerlo.
7. Animen a las nuevas generaciones de niñas a involucrarse, para que, como escuché decir a Soledad Murillo, no se dejen secuestrar los sueños.
8. Tengan cómplices, son como puentes para acceder al poder.
9. Echen un vistazo al Club de los chicos y a su inveterada costumbre de favorecer a los de su género y ¡aplíquense el cuento!
10. Tengan la urgencia para acelerar los tiempos y no se preocupen tanto por el qué sino por el cómo, que es lo que las llevará a la acción.
*Basado en mi conferencia en el marco del evento “Mind the gap” organizado por la Embajada de Suecia en Google Campus