Aleksandra «Shura» Mijáilovna Kolontái (San Petersburgo, marzo 1872-Moscú, marzo de 1952). Fue la primera mujer de la historia en ocupar un puesto en el gobierno de una nación.
Destacada política y marxista rusa. Comunista y revolucionaria. Pertenecía a una familia aristocrática rusa de origen ucraniano que anclaba sus raíces más allá del siglo XIII. Su padre, era un general al servicio del zar, y su madre, provenía de una familia de campesinos finlandeses que habían hecho una gran fortuna en la industria maderera. Aleksandra estuvo siempre muy unida a su padre, quien inculcó en la joven el interés por la historia y la política desde una óptica liberal. Con su madre tendría algún que otro conflicto, sobre todo cuando mostró interés por continuar sus estudios, algo que para su madre, no era apto ni necesario para una mujer. Fue educada por un instructor particular. A los 19 conoció al que sería su marido, Vladímir Lúdvigovich Kolontái, un estudiante de ingeniería de origen modesto que no fue aceptado por su madre. Tras afiliarse en 1896 al partido socialista abandonó a su marido y su hijo para estudiar en Zúrich (Suiza) centro neurálgico de las jóvenes estudiosas afines a las ideas socialistas. Se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1899.
Participó en los acontecimientos revolucionarios de 1905, tras presenciar la matanza de obreros frente al Palacio de Invierno. Kolontái trabajó entonces escribiendo artículos y organizando asociaciones de trabajadoras rusas. Tuvo que exiliarse a raíz de la publicación de un artículo titulado Finlandia y el socialismo en el que animaba a los finlandeses a sublevarse contra la ocupación rusa. Esto le dio oportunidad de viajar por toda Europa, entrando en contacto con diversos partidos socialistas en países como Alemania, Gran Bretaña y Francia.
Se opuso activamente a la Primera Guerra Mundial, por sus motivaciones imperialistas al servicio de la clase dominante. Por esta razón, en junio de 1915 se unió a los bolcheviques que «eran los que más consecuentemente combatían el Socialpatriotismo», y viajo por diversos países haciendo campaña contra la guerra. Al desatarse los sucesos que desembocaron en la Revolución de Octubre Aleksandra Kolontái regresó a Rusia, donde fue elegida miembro del Comité Ejecutivo del Sóviet de Petrogrado. Apoyó a Lenin en su visión de los soviets como organismos para el ejercicio del poder y la necesidad de superar la revolución burguesa con la revolución proletaria.
Pocos meses antes de octubre de 1917 fue elegida miembro del Comité Central del Partido y votó a favor de la insurrección y de la toma del Palacio de Invierno para construir así un Estado obrero.
Tras la toma del poder, Aleksandra Kolontái fue elegida para la Comisaría del Pueblo para la Asistencia Pública en el gobierno del Sovnarkom. Fue una de las personas que más trabajó para conseguir los derechos y libertades de las mujeres, modificando aspectos de las leyes que hacían a la mujer una subordinada del varón, le negaban derecho al voto y la hacían ganar menos salario y trabajar en peores condiciones que los varones. La Revolución consiguió poner las bases para igualdad real entre varones y mujeres, liberando las relaciones familiares y las relaciones sexuales. Se aprobaron el divorcio y el aborto, y se otorgaba a las mujeres beneficios sociales en forma de salarios de maternidad, guarderías y hogares para los niños. Asimismo se desarrollaron campañas de información para dar a conocer a las mujeres sus nuevos derechos.
En 1918 Kolontái fue una de las organizadoras del Primer Congreso Panruso de Mujeres Trabajadoras. De este congreso nació el Zhenotdel (Departamento de la Mujer), un organismo dedicado a promover la participación de las mujeres en la vida pública, y en proyectos sociales, y de manera muy especial la lucha contra el analfabetismo. El Zhenotdel tenía su propia revista llamada Kommunistka (Mujer Comunista) y Kolontái era parte de su Consejo editorial. Todo este esfuerzo que consiguió poner las bases para el surgimiento de la mujer nueva en toda Rusia.
En 1921 Kolontái se puso del lado de la Oposición Obrera, una corriente del Partido Comunista nacida en el entorno de los sindicatos y encabezada por el dirigente de los trabajadores metalúrgicos Aleksandr Shliápnikov. Aleksandra Kolontái quedó marginada y perdió su influencia política. En 1922 pasó al servicio diplomático siendo la tercera mujer en ocupar cargos diplomáticos importantes en 1900 después de Diana Abgar, representante de la República Democrática de Armenia en el Gran Oriente (Japón), y Rosika Schwimmer representante de la República de Hungría en Suiza. Kollontai fue enviada, inicialmente como Agregada, a la misión comercial rusa en Noruega y cuando Noruega y la Rusia soviética establecieron relaciones diplomáticas oficiales en 1924, Kollontai fue colocada a la cabeza de la legación rusa, como Ministra plenipotenciaria.
Con este rango fue transferida a México, luego de regreso a Noruega y, finalmente, en 1930 a Suecia, donde permaneció hasta 1945, llegando a ser Embajadora en 1943 (probablemente la primera mujer en ocupar tal puesto en la historia de la diplomacia moderna). En Suecia tuvo como médica personal y amiga a la líder feminista Ada Nilsson.
Kolontái trató el tema de la liberación sexual femenina en dos de sus obras: La Nueva Mujer y El Amor en la Sociedad Comunista. Para ella la «mujer nueva» se caracterizaría por exigencias propias, afirmando su personalidad, protestando por la servidumbre de la mujer dentro del Estado y de la familia y luchando por sus derechos dejando de ser el complemento del esposo.
El matrimonio que convertía a la esposa en una propiedad más del marido sería sustituido por la unión libre entre sexos, basada en el verdadero y puro amor y no en lazos contractuales.
En las relaciones sexuales la mujer nueva no renunciaría a su naturaleza femenina, ni al placer de la carne y elegiría libremente al hombre que quisiese como padre de su descendencia.