Egipto tiene previsto celebrar el 28 de noviembre próximo las primeras elecciones parlamentarias desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en febrero, pero la fecha de las presidenciales todavía es incierta. Buthaina Kamel es la primera mujer en aspirar a la Presidencia en la historia moderna de Egipto. Aunque admitió que sus posibilidades eran exiguas, dijo hacerlo por principios.«Pretendo mostrarle al mundo que Egipto es un país moderno, en el que las mujeres tienen derecho a disputar los más altos cargos del Estado, lo cual, como el de voto, es un derecho humano básico», explicó Kamel, presentadora de televisión.
Egipto tiene previsto celebrar el 28 de noviembre próximo las primeras elecciones parlamentarias desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en febrero, pero la fecha de las presidenciales todavía es incierta. El gobierno interino, a cargo del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, prometió celebrarlas a más tardar en 2013.
Tras comenzar su carrera en la radio estatal, Kamel trabajó durante gran parte de los años 90 como presentadora de televisión. En 2005, después de un polémico referendo sobre una serie de reformas constitucionales, se volcó a la política.
Pronto se convirtió en una fervorosa integrante del movimiento democrático Kefaya y en abierta crítica del gobierno de Mubarak. «Participé en numerosas manifestaciones y marchas, especialmente contra la corrupción oficial», dijo.
Kamel destacó que también apoyó desde el comienzo las protestas que derivaron en la caída del régimen. «Yo estaba en la Plaza Tahrir (epicentro del levantamiento popular) el 25 de enero, el día en que empezó la revolución», afirmó.
Tras la salida de Mubarak, volvió a trabajar en la televisión estatal. Sin embargo, dice que fue «marginada» por sus superiores debido a su resistencia a limitarse a leer el texto de las noticias. Desde entonces, ha sido interrogada en tres ocasiones por las autoridades militares, la última de ellas por haber cuestionado abiertamente al Consejo Supremo.
Kamel dijo que se inspiró en los activistas jóvenes -incluyendo varias mujeres- que conoció en el transcurso del levantamiento de 18 días contra el régimen.
«Tengo mucha confianza en los jóvenes de Egipto, en su capacidad de liderar el país en el periodo que viene», afirmó. «Las mujeres jugaron un importante papel en la revolución, y muchas cayeron como mártires. Ahora esperamos que gocen de un rol más activo en la política nacional del que te tuvieron en el pasado», añadió.
La Constitución egipcia de 1956 les concedió a las mujeres el derecho a votar y a ser candidatas en las elecciones nacionales. No obstante, la participación femenina en la política fue mínima durante los 30 años de gobierno de Mubarak. Según cifras divulgadas por el no gubernamental Centro de El Cairo para el Desarrollo, la participación de las egipcias en las elecciones nacionales entre 1981 y 2010 fue de apenas cinco por ciento.
Durante el mismo periodo, las mujeres ocuparon solamente dos por ciento de los escaños en el parlamento y menos de cinco por ciento en los concejos municipales.
Aunque tiene un enfoque moderno, Kamel no está afiliada a ninguno de los muchos partidos liberales que emergieron tras la revolución. Prefiere presentarse como independiente, y su plataforma política se enfocará en defender a «todos los egipcios privados del derecho de votar».
«No me presento solo por las mujeres, sino por los marginados (de las sureñas regiones) del Alto Egipcio y de Nubia, por las tribus beduinas, los pobres, los ancianos y los discapacitados», afirmó Kamel, señalando que su programa político se concentraría principalmente en «combatir la corrupción y el desempleo».
El mayor obstáculo que afronta es el hecho de que, en este país de mayoría musulmana, gran parte de los habitantes, tanto hombres como mujeres, descartan la idea de tener una presidenta. Algunos partidos y grupos musulmanes, especialmente la influyente Hermandad Musulmana, rechazan de pleno la posibilidad por motivos religiosos.
Según explicó Essam al-Arian, vicepresidente del Partido Justicia y Libertad, brazo político de la Hermandad, existen dos escuelas de jurisprudencia islámica sobre este tema. «Algunos juristas dicen que está permitido tener a una mujer como jefa de Estado, y otros dicen que no. La Hermandad cree que no», señaló . «Apoyamos el derecho de las mujeres a la educación, al empleo e incluso a formar parte del parlamento o a ser ministras de gobierno, pero no a ocupar el puesto de soberano nacional», subrayó.
«Pero ésta es nuestra postura, y no la del Estado», aclaró. «Por supuesto, ella tiene el derecho constitucional, al igual que todos los ciudadanos egipcios, a postularse a la Presidencia. Esto simplemente significa que, si bien la Hermandad prefiere no presentar una candidata, definitivamente no impedirá que otros sectores lo hagan».
Aunque se espera que tenga buenos resultados en las próximas elecciones parlamentarias, el Partido Justicia y Libertad anunció que no presentaría un candidato en los comicios presidenciales.
La activista Esmat al-Merghani, primera mujer en dirigir una fuerza política, el Partido Social Libre, elogió el coraje de Kamel. «La candidatura presidencial de Buthaina impulsará la imagen de Egipto como un país moderno y civilizado», dijo Al-Merghani. «Aun cuando no gane, ya abrió una nueva puerta para el avance de las mujeres, sin mencionar que tiene el honor de ser la primera egipcia en presentarse a la Presidencia», agregó.
Kamel, por su parte, es optimista. «Cuando le hablo a la gente, aun en bastiones de la tradición como el Alto Egipto y el Delta del Nilo, el hecho de que sea mujer no marca la diferencia», aseguró. «Lo importante es que escucho sus puntos de vista y entiendo sus problemas». «Soy plenamente conciente de la naturaleza patriarcal de la sociedad egipcia», añadió. «Pero creo que soy capaz de liderar a los más de 80 millones de habitantes del país».