Fuente: Newsletter UTEDYC
Autora: Cristina I. Fangmann
El martes 21 de abril la socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos inició el ciclo #UTEDYC en vivo. Una conversación que devino en diálogo e intercambio nutritivo con afiliadas/os y participantes interesadas/os en la compleja situación de la violencia de género durante la cuarentena. En esta nota compartimos una síntesis de los principales puntos de la charla y de las respuestas a las preguntas:
Desde el momento en que, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, el Presidente de la Nación tomó la decisión de decretar el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, supimos que habría consecuencias dolorosas. Por un lado, para quienes se ganan la “diaria” con el trabajo de changas de cada día. Por otro, tuvimos una expectativa, una conjetura de arranque, de que la violencia doméstica aumentaría en la situación de confinamiento. Ya que el propio clima de encierro precipita el malestar. Y cuando los lazos de afecto ya estaban quebrantados o se habían terminado, el confinamiento los ponen al rojo vivo. Y aunque no esto no sucediera antes, las rutinas domésticas producen más fricción. Aumentan, entonces, los riesgos de que se generen prácticas dolorosas hacia mujeres, niñas, niños, niñes, pues este tipo de inconductas suelen estar exacerbadas.
Ante esta expectativa de aumento de la violencia, rápidamente se pusieron líneas telefónicas, y se amplió la red con números de whatsapp. (Recordamos que el 144 es la línea nacional para hacer denuncias).
Sin embargo hay algo que no pudimos comunicar bien. No quedó claro que a pesar de la cuarentena, sí se puede salir a la calle a pedir auxilio. Estamos aislados de los contactos físicos, directos, pero esto no significa que el doloroso trance de salir a la calle a pedir auxilio esté impedido. Deberíamos aclarar expresamente que también está exceptuada la persona que acompañe a quien necesita ayuda. Éste es precisamente el sentido del título de esta charla: aislamiento no significa soledad.
Hay otro aspecto en que esta situación de aislamiento puede ser provechosa. Es un efecto paradójico. Tiene que ver con las tácticas que las mujeres aprendimos para salir del control. Y en un momento en que el control de los hombres se exacerba, incluyendo hasta el modo en que las mujeres hacemos las tareas domésticas, algunas pueden percibir o descubrir el tipo de vínculo que estaban sosteniendo. Es decir, que esta situación saca a la luz, hace claras, circunstancias que no parecían violentas, que no llevaban a un pedido de auxilio, pero no por ello dejan de ser violentas. El aislamiento puede generar un autocuestionamiento, un tipo de actividad subjetiva y una mayor capacidad para reflexionar y escucharse a sí mismas.
Para no estar en soledad, habría que considerar dos vertientes:
1. La auto-conversación: tomarse a una misma como correspondiente para analizar lo que nos está pasando y qué tipo de relación tenemos. Una auto-auscultación que lleva a la toma de conciencia. El confinamiento puede ser una nueva oportunidad para escucharse y para reflexionar, a veces porque se lee algo, o porque se habla con una amiga o algún miembro de la familia. Se articulan sentidos, sentimientos, que nos ligan a otras mujeres. Se promueve la necesidad de un diálogo con otras.
2. En los casos de violencia física, explícita, es necesario actuar rápidamente. Hay que crear tácticas para denunciar, salir a la calle sin limitaciones, tener el celular a mano, tener cerca a alguien, etc. Hay que llamar al 144. Y cuando llega una denuncia a este número no hay que perder tiempo, no hay que perder la posibilidad de actuar. Todas las denuncias deben ser consideradas igualmente graves.
Otro efecto paradójico del aislamiento es que al haber más silencio, nos escuchamos más. Por ello, es más que nunca necesaria la sororidad de vecinas, un ejercicio que no debemos evitar. Debemos estar alertas y si se escuchan gritos es necesario intervenir. En estos días de silencio abrumador, debemos tener más agudizada la audición, tener antenas dúctiles para darnos cuenta y atender con más eficacia, finamente, lo que puede ser un esbozo de pedido de auxilio. Entonces, estar aisladas no significa estar solas. Debemos escucharnos más a nosotras mismas y escuchar a nuestras vecinas.
En esta situación inédita hubo un descenso general de comportamientos antisociales y accidentes. Pero lo que no se tomó confinamiento fue el patriarcado. En esta primera etapa de la cuarentena, se incrementaron las denuncias al 144 en un 39 %, si bien hay que considerar la subtarea de los organismos de justicia que suelen recibir las denuncias.
Cuando finalice esta situación, se valorizará mejor la incidencia de estos casos como también si en el transcurso hubo otro tipo de resoluciones. Seguramente, habrá mucho empeño en multiplicar los esfuerzos para detener este flagelo. No hay mejor medida que la prevención, la prevención, la prevención. Lo cual implica un cambio en todos los niveles de enseñanza.
TEMAS SURGIDOS DE LAS PREGUNTAS:
El control de los varones: Hay que hacer una tarea enorme hacia aquellos varones que manifiestan conductas de patrimonialidad sobre los cuerpos femeninos. Es necesario dar crédito a la posibilidad regenerativa. La condición humana no está condenada a la repetición de la mismidad.
Para ello son necesarios los talleres (para que los varones reapliquen una nueva posibilidad mental), y dar más mensajes preventivos, a través de una nueva fórmula educativa, una malla cultural y gestión de la socialización. La escuela tiene toda la obligación de hacer valer la inexorable igualdad de todos los seres humanos.
Relaciones tóxicas: algunas mujeres regresan cíclicamente a relaciones abusivas. Son casos de atracción fatal, no es sobreamor. Se debe a condiciones de miedo, de una perturbación que lleva a insistir y a ceder frente a los supuestos “arrepentimientos” que siguen a la violencia. Son relaciones muy intrincadas en las que el miedo se articula con la atracción. El trámite humano más difícil es el de interpretar, comprender y ayudar a ver cómo se sale de la relación de alguien que vuelve con el agresor. La familia, los allegados, las amigas tienen mucho que hacer. Y es necesaria la asistencia psicológica o psiquiátrica.
Vecinas sororas: No hay recetas sobre qué hacer en esos casos. Depende de muchas circunstancias, de nuestras intuiciones y corazonadas. De tener en cuenta ciertos detalles que emanan de las situaciones que escuchamos. En este ciclo hemos ejercido el sentimiento de sororidad.
Refugios: El tema de los hogares está en discusión. No se puede arreglar sólo con los refugios. Hay que instalar la idea de que son los varones los que se tienen que ir. Hay casas de refugio que están trabajando muy bien. Hay universidades que dispusieron sus predios. Pero tienen que crearse exclusiones creativas, pedagógicas. Tiene que haber dispositivos que transformen las conductas patriarcales.
Reparto de tareas. Durante la cuarentena, las tareas se volvieron hiperdomésticas. Se precisa más tiempo y dedicación para limpiar, sanitizar los ambientes. Se espera que haya una ruptura de la rutina monocordemente femenina, y que el reparto de tareas sea más paritario. A la “muchachada” le resulta más cara la tarea de cocinar y de ir al supermercado. Aunque las estadísticas mostraron que durante la primera parte de la cuarentena los porcentajes de las salidas eventuales para hacer compras era pareja entre hombres y mujeres. Se esperaba que los hombres salieran más. ¿Será que se quedaron en casa para cuidar a les chiques, limpiar o lavar la ropa?
Con su tono de voz claro, con el énfasis de sus palabras precisas, con su mirada luminosa y su energía vital, Dora finalizó el diálogo con un mensaje positivo. “Soy optimista”, dijo sonriendo. “Creo que hay muchos varones, sobre todo los más jóvenes que se comprometen. Puede haber un aprendizaje o reaprendizaje que contribuya a que haya co-responsabilidad en las tareas que siempre estuvieron a cargo de las mujeres. Hay que salir del estado de preocupación y salir a ocuparse; hay que hacer talleres sobre masculinidad…A lo mejor se despierta una mecha antipatriarcal”.
Con este mensaje, Dora se despidió de la audiencia de UTEDYC con un “abrazo virtual, virtuoso y sanitizado”.