Italia, Bolonia, 1638–1665. Pintora italiana de estilo barroco, fue una de las primeras mujeres pintoras de proyección internacional. Ya en 1657, con 19 años, se hizo pintora profesional, y más adelante llegó a gestionar el taller familiar. Cuando su padre quedó inválido por la gota, ella tuvo que mantener a su familia con su arte. Fundó una escuela de arte para enseñar a mujeres, y tuvo por discípulas a más de doce mujeres, que llegaron a ejercer profesionalmente.Hija de Giovanni Sirani, principal ayudante de Guido Reni, apenas hay datos sobre sus formación artística. Se supone que por su condición de mujer, Elisabetta no pudo acceder a una academia y tuvo de aprender únicamente en el taller paterno. Sirani se inició en la pintura hacia 1650, con el apoyo de su futuro biógrafo, el conde Carlo Cesare Malvasia, influyente crítico. Una de sus primeras obras fue el San Jerónimo en el desierto de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia.
La amplitud de la producción pictórica de Sirani ha hecho pensar en una participación masiva de ayudantes, la artista hizo demostraciones públicas en respuesta a quienes cuestionaban la autoría de sus cuadros.
Prolífica, modesta en el trato y de reconocida belleza, Sirani alcanzó un temprano renombre en Europa. Su especialidad fueron las pinturas religiosas, de la Virgen con el Niño y la Sagrada Familia, que producía velozmente pero con un buen acabado. Su taller fue visitado por coleccionistas y curiosos llegados desde lejos, y entre sus clientes se cuenta al Gran Duque Cosme III de Médici. Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia: 200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados.
La muerte de Elisabetta Sirani estuvo envuelta en la controversia, ante las sospechas de que fue envenenada por una criada, aunque ésta fue absuelta de las acusaciones y una autopsia reveló que la pintora había sufrido varias úlceras de estómago. Su funeral, que incluyó música e intervenciones poéticas, lo presidió su efigie esculpida a tamaño natural, dispuesta sobre un gran catafalco.
Actualmente, los restos de Elisabetta reposan en la Basílica de Santo Domenico de Bolonia.
Por ser mujer, su nombre fue borrado de la historia del arte.