MUJERES DESTACADAS >

Error de principiante

Empresarias panameñas revelan esos primeros desaciertos que las llevaron a aprender grandes lecciones de negocios.

«Nunca dudes de ti misma’ – Esperanza de Heras

img

La empresaria Esperanza de Heras recuerda que hace 25 años los trámites legales para abrir su  empresa Agmer, dedicada a la distribución de productos de belleza, cosméticos y productos capilares, no fue particularmente difícil. De hecho, señala que hoy  toma aún menos tiempo obtener los permisos de importación.

Con 50 años de experiencia, no sorprende que su trayectoria empresarial esté llena de grandes pasos, pero reconoce que también tuvo traspiés.

De Heras relata que comenzó trabajando para la firma Revlon USA desde que abrió operaciones en Panamá hasta que dio la distribución a una empresa panameña local.  “Allí estuve 23 años, y después por 7 años en otra empresa del mismo sector”. Llegados los 30 años de trabajo decidió renunciar para dedicarse a  la fundación de su propia compañía. “Un tiempo después de renunciar, en 1991 abría la Agencia de Mercadeo, S.A. (Agmer). En ese período se me acercaron dos empresas que querían que fuera yo quien distribuyera sus líneas y depositaron una confianza muy grande en mí, que me alentó”, recuerda. Posteriormente, con el apoyo de su esposo y de su hijo, que entró a trabajar en el negocio, llegaron más compañías a su firma.    “De allí en adelante me dediqué a buscar más líneas, pero siempre  productos de la mejor calidad y que ofrecieran excelentes resultados”, comenta.  Pero nada de ello se consigue fácil. La empresaria retirada considera que su mayor error de principiante estuvo relacionado con el espacio de trabajo. “Alquile una oficina pequeña y tuve que mudarme prácticamente enseguida; fue muy duro trabajar en un espacio tan pequeño.”

Sin embargo, considera que el mayor error  que puede cometerse  al abrir un negocio es permitirse dudar de uno mismo.  “Tú y solo tú eres el motor que moverá ese barco en principio, pero a la vez debes estar consciente de que vas a necesitar de otros, prepararlos  bien, trabajar con ellos.  Lo más importante es sentirse confiado y seguro”, dice.  Hoy, de Heras expresa que ha sentido la “satisfacción  de formar un grupo de profesionales que me acompañó por muchos años enseñándoles de todo y sin guardarme nada, ese fue el primer paso de éxito, porque la empresa no la hice yo sola”.

La cercanía con el cliente  se logra, a su criterio, “creando una confianza estrecha que les da seguridad, y principalmente la gran satisfacción de ofrecerle al cliente consumidor un servicio que lo hace sentirse seguro y confiado”.

El consejo de de Heras para las nuevas empresarias es que “siempre podrán enfrentar algunas dificultades, pero vivir la vida en sí es experimentar constantemente dificultades y problemas”.

‘Solo lo que me gusta’ – Mery Alfaro de Villageliú

img

“Empresa no es solo un negocio, es cualquier cosa que uno emprende en la vida”, expresa la empresaria Mery Alfaro de Villageliú.

Conocida por su trayectoria en el ámbito de los derechos de la mujer a través de ONG  como Fundamujer, y más recientemente con Voces Vitales de Panamá –institución que promueve oportunidades de emprendimiento económico para las mujeres–, de Villageliú ha compaginado su interés social con su pasión por la moda. La empresaria ha  sido cofundadora de las boutiques Karisma y Avanti, creadas  hace más de tres décadas. “Quien estaba al frente de Karisma era mi socia y cuñada Lourdes Villageliú de Sánchez. Avanti lo adquirió mi hermana cuando me fui a la Asamblea”, recuerda. Sin embargo, el fallecimiento de su socia en 2009 la llevó a tomar las riendas de Karisma. “Lourdes no me dejó problemas de ninguna naturaleza. Solamente el dolor de no tenerla con nosotras”, señala.

Aunque deja en claro que en ninguno de los casos abrió las empresas sola, su mayor error de principiante estuvo relacionado con las compras. “Al principio cometimos muchos errores pues comprábamos de todo, pensando que algún artículo que a nosotros no nos gustaba, a alguien le iba a encantar”, comenta. La experiencia le enseñó que no es así.  “Es muy difícil vender lo que a uno no le gusta”, dice.

Ahora cuenta que se turnan entre su actual socia, la administradora de Karisma y ella a la hora de hacer las compras, y revela que “tenemos como regla comprar para todas las edades, coloridos, personalidades y estilos, pero nunca comprar algo que no nos gusta”.

Para quienes apenas se inician en la tarea de emprender un negocio y buscan tener el menor margen de error, de Villageliú recomienda tener algunos puntos bien claros antes de empezar. “Que hagan el correspondiente estudio de factibilidad, que escojan un área de negocios que las apasione, que se aseguren de conseguir diferenciación, y que tengan presente que en toda amenaza hay siempre una oportunidad”, sugiere.

Una vez comenzado, la empresaria aconseja nunca perder de vista el enorme valor del recurso humano. “Jamás se debe descuidar al cliente interno. Un personal preparado y contento nos garantiza buenos clientes”. Además, se debe preparar siempre un relevo generacional, porque como la empresaria apunta “es un error  pensar que uno siempre va a tener la misma energía y vitalidad, y que es inmune al desgaste”.

Preparar el personal – Giselle Borrell de Young

img

Hace 22 años, la chef Giselle Borrell de Young, propietaria del restaurante Tre Scalini, decidió abrir su primer local con un personal de cinco personas. No poseía estudios universitarios ni tampoco experiencia en este campo, pero esto no fue impedimento para que la chef cumpliera su sueño. Una vez inaugurado el restaurante, solo fue necesaria una semana para darse cuenta de cuál había sido su error de principiante: no haber entrenado al personal. “Había una desorganización horrible, en la cocina trabajaban desordenados y los saloneros no daban el servicio que los clientes esperaban”, relata. Su pensamiento al ver lo que describe como un caos fue “Dios mío, en qué lío me he metido”; no obstante, decidió tomar riendas en el asunto y no dejar morir su sueño.

Empezó organizando la cocina; asegura que al personal le faltaba una guía para poder despachar la comida de manera eficiente, y continuó corrigiendo otros errores que pudo percibir en esa primera semana. La lección está bien aprendida, ya que  actualmente “antes de abrir un restaurante, nos tomamos por lo menos dos meses para el entrenamiento del personal”, indica.

Hoy en día Tre Scalini cuenta con cuatro locales, y aunque conserva su esencia inicial, la chef confiesa que la clave para permanecer en el mercado es “variar un poco, a los clientes les gusta después de ciertos años ver algo nuevo; el restaurante debe cambiar en la decoración y en los platos”. Esto es sin descuidar el servicio al cliente ni la calidad de la comida.

¿Un último consejo para todo aquel que quiera emprender un negocio, sea cual sea? “Creer en uno mismo, en tu capacidad de hacerlo bien, y seguir adelante”, asegura.

La logística detrás del gato – Priscilla Conte

img

En 2010, la especialista en Mercadeo Priscilla Conte hizo un viaje a Turquía y regresó con una hermosa joyería en la maleta, que vendió entre sus amigas y conocidas. Este era el primer acto concreto de una idea que había tenido por algún tiempo, “traer piezas de todas partes del mundo” para vender en Panamá.

En aquel momento era socia  de Ají Pintao, y fuera del horario de oficina sus ideas también habían dado forma y decorado una habitación infantil en Casa Cor Panamá. “Me llené de valor”, cuenta la propietaria de la tienda de objetos decorativos  Gato Conté. “Y abrí dentro de la tienda de unos amigos”. Así, de vender personalmente pasó a tener un corner, y el año pasado creció hasta convertirse en su propia tienda,  que insiste requirió de “más valor”.

“Como principiante mi mayor error fue no haberme acercado a las personas de mi confianza con más tiempo en este tipo de negocios”, confiesa. “Al ser una persona muy reservada en mis cosas y tener la idea de no querer molestar a otros con preguntas, dejé la oportunidad de escuchar buenos y sabios consejos que me hubieran ayudado a ahorrar tiempo y dinero”.

Explica que de haber pedido consejo hubiera evitado la desatinada elección del sistema de facturación e inventario. “Al poco tiempo de haberlo comprado descubrí que era ineficiente y poco confiable”.

“El sistema que compré no llevaba inventario, por lo que no iba a tener ningún control a mediano ni a largo plazo. Al pasar los primeros cuatro meses me decidí a hacer el cambio y me tocó tener que invertir, en menos de un año, en un nuevo sistema de facturación e inventario mucho más completo y seguro”.

Menos ímpetu y más razón – Moyra Brunette

img

Treinta años como coreógrafa, 11 años como instructora de baile y 6 años como empresaria van unidos al nombre de Moyra Brunette.

“Hace un par de años, entre mi faceta de jurado en Dancing with the starsMuévelo, preparaba a bailarines profesionales y sentí que esa era la línea que debía seguir”.

Brunette dejó la formación de bailarines principiantes para montar una agencia de producción de eventos, Moyra’s Productions, en la que organiza y monta shows de coreografías, y los bailarines que ella formó son ahora sus coreógrafos.

Pero tiempo atrás, cuando tenía la academia de baile, reconoce que por su impulsividad falló al momento de hacer un estudio de factibilidad. En su caso, erró en elegir los lugares donde estableció su academia. “Abrí dos estudios y lo hice tan rápido que no me percaté de que las personas no podían llegar porque eran lejos o por el tráfico”.

“Me defino como arriesgada y a veces uno va con mucho ímpetu y luego ‘Ups, así no era Moyra”, comenta la bailarina, y agrega que “antes de invertir, uno debe hacer todos los números, con calma”.

Ahora, con Moyra’s Productions siente que todo baila al mismo son. Sobre todo, está en una ubicación céntrica (Tumba Muerto), por lo que es más fácil para los clientes y para los bailarines que deben ensayar.

Además, en el proceso  también aprendió la lección de delegar. Ella no estudió nada ligado a la administración de un negocio, es ingeniera en computación, así que tiene un personal que se encarga del área administrativa, mientras ella se concentra en la parte creativa y de producción.

“Al principio uno quiere hacerlo todo por miedo a que te queden mal o que las cosas no salgan como el cliente quiere, y me estaba desgastando. He ido aprendiendo a delegar funciones, aunque sigo encima de la gente”, afirma con una sonora carcajada.

Compartir esta publicación: