De las noticias recientes sobre Arabia Saudí que más han llamado la atención, todas relacionadas con el papel de la mujer en el asfixiante reino wahabi –la rama más conservadora del Islam-, sólo la última implica un cambio sólido para las féminas saudíes. El pasado miércoles, el Ministerio de Justicia concedió la primera licencia a una abogada para que pueda ejercer la defensa de su cliente en la misma corte, y no sólo desde un despacho aislada del contacto con sus colegas varones. La abogada, Arwa al Hujaili, formada en la Escuela Legal de la Universidad King Abdulaziz de Yedda, se convierte así en la primera abogada en prácticas del reino, y podrá ejercer siempre que sea contratada por un jurista con al menos cinco años de ejercicio. Su periodo de prácticas durará tres años, aunque posiblemente los 18 meses que ha trabajado en un bufete tras su graduación alivien ese plazo.
En una entrevista con el diario saudí Okaz, Arwa al Hujaili relató cómo fue su particular odisea para terminar siendo oficialmente registrada como abogada. Hace dos meses presentó su solicitud de registro al Ministerio, pero los funcionarios le advirtieron que no podían tramitarlo hasta que no recibieran instrucciones concretas de las más altas instancias sobre cómo actuar en casos de mujeres solicitantes. La constancia de la mujer terminó dando resultados. “Seguí preguntando por mi petición hasta que el Ministerio me pidió ir personalmente y registrar oficialmente mi nombre”, explicó Arwa al citado periódico. “El camino está ahora abierto, y las mujeres deben estar a la altura de este momento”. Arwa recordó que las mujeres deben probar que pueden ser excelentes legalistas, aprovechando este inédito gesto aperturista del país de los Saud.
El pasado octubre, las autoridades saudíes habían concedido a las féminas –segunda categoría en la sociedad saudí- el derecho de ejercer como abogadas pero siempre que lo hicieran fuera de los tribunales. Este papel secundario era rechazado por las graduadas y licenciadas en Leyes, que ya habían lanzado una campaña en 2011 para que se les permitiese ejercer en las salas donde se dicta Justicia. Un año después, el Ministerio de Justicia prometía que les permitiría hacerlo en noviembre de 2012, pero la medida nunca se puso en práctica. Hasta hace unos días, cuando la licencia sorpresivamente concedida a Al Hujaili hacía Historia en el reino saudí.
No deja de ser irónico que, en el reino de los Saud, aliado privilegiado de Occidente pese a las reiteradas y denunciadas violaciones de los Derechos Humanos, las mujeres necesiten el permiso de parientes varones –papel que pueden arrogarse incluso sus hijos- para iniciar la mayoría de los procedimientos legales que pueden necesitar. De ahí que, por el momento, la excepción Al Hujaili pueda ser considerada un mero gesto, si bien abre un camino inédito para las féminas saudíes, que en los últimos tiempos se ven sorprendidas por otras numerosas medidas del régimen aparentemente favorables pero consideradas por los activistas como mero maquillaje.
La más noticiosa fue el decreto del pasado enero por el cual el rey Abdallah dejaba el 20% del Majlis as Shura, órgano consultivo designado por el monarca, en manos de mujeres. Eso no implicaba, sin embargo, que las 30 afortunadas tuvieran ninguna igualdad con el resto de miembros de este organismo no vinculante: se anunció que se les reservaría un lugar específico para atender las sesiones, así como una entrada y una salida exclusivamente femenina, para evitar “que se toquen con los hombres”. En los medios internacionales se alabó la medida, mientras que en Twitter, usuarios saudíes dejaban clara su postura creando la etiqueta #esteconsejonomerepresenta. Ninguno de los 150 miembros de la Asamblea Consultiva, encargada de aconsejar al régimen nuevas leyes pero en ningún caso de aprobarlas, es elegido por la población: todos son nombrados por el rey. Los clérigos más conservadores protestaron por la medida de incluir mujeres.
Una colega reportera regresa de Arabia Saudí, donde ha pasado un mes en la región insurrecta de Qatif –chií, negada y castigada por la dictadura suní wahabi, y levantada contra la injusticia desde el inicio de las revueltas árabes- con una valoración categórica. El régimen de los Saud, dice, no durará ni 20 años más. Demasiado acorralados por sus propias trampas políticas, demasiado impunes para retractarse de sus errores. La mala gestión económica empieza a hacerse notar entre una población acostumbrada a tenerlo todo, y las ganas de Justicia crecen en una sociedad desigual y con cada vez más información gracias a Internet y a las redes sociales, donde los saudíes son especialmente prolíficos.
La desconexión entre la familia real y la sociedad, cuenta, es mayor que nunca. Puede que eso explique gestos como el reciente permiso concedido a las mujeres para que puedan usar bicicletas y motos: eso sí, siempre que vayan vestidas con abayas –prenda que les cubre de pies a cabeza- y acompañadas de parientes varones. O las palabras del controvertido príncipe AlWalid bin Talal, que llegó a estar imputado en España por presuntos abusos sexuales, y quehace unos días pedía que se levantara la prohibición de no conducir que pesa sobre las mujeres por el bien de la economía saudí. Gestos más que insuficientes para una sociedad informada.