Dice que no reflejan la realidad. Y que si se aplicaran sus recomendaciones, “no se podría hablar”. De que la lengua española, como tantas otras, tiene tintes sexistas, no hay dudas, pero ¿es necesaria la elaboración de nuevas normas que terminen con las diferencias, a nivel gramatical y léxico, entre hombres y mujeres? La polémica está servida desde que el Pleno de la Real Academia Española aprobara, en los últimos días, el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el que el académico Ignacio Bosque critica las directrices contenidas en algunas de las guías sobre lenguaje no sexista publicadas por diferentes instituciones españolas en los últimos años, alegando que “su aceptación haría la comunicación imposible, y que “atentan contra aspectos léxicos y gramaticales firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico”.
A pesar de sus reparos, Bosque no deja de admitir el “loable objetivo de estas guías”, que pretenden “contribuir a la emancipación de la mujer y a su igualdad con el hombre en todos los ámbitos”, pero añade después que no hay ninguna necesidad de “forzar las estructuras lingüísticas para que sean un espejo de la realidad” ni de “impulsar políticas que separen el lenguaje oficial del real”.
Con sus normas, las guías buscan que se sancione una legislación que propugne la abolición de un lenguaje sexista en la administración pública.
Entre las cosas que más preocupa a los hacedores de estos manuales está el uso del género masculino como genérico, para nombrar a varones y mujeres. Esto, sostienen, resta visibilidad a la mujer. Se propone, por ejemplo, hablar de “la ciudadanía” y no de “todos los ciudadanos”; referirse al “alumnado”, y no a “todos los alumnos”.
En nuestro país, hay opiniones diversas. La escritora Luisa Valenzuela dijo a Clarín que es importante que el lenguaje se deshaga de estas marcas, que invisibilizan a las mujeres. “Lo que no se nombra no existe”, declaró. Por su parte, el escritor Pablo de Santis, calificó de “exagerada” la necesidad de marcar el lenguaje, y señaló que “las reivindicaciones a favor de la mujer han de hacerse desde otro ámbito”.
La investigadora de género de la UBA, Diana Maffía, consideró que “hay que luchar por la igualdad desde todos los ámbitos y con todas las herramientas”, y señaló al lenguaje como una de las más poderosas.
En la República Argentina, distintos proyectos de ley han tratado de llevar al uso de un lenguaje más justo e igualitario. En 2008 se proyectó una Ley de utilización de lenguaje no sexista en la administración pública, que no llegó a ser sancionada, volviendo la iniciativa a la palestra en 2011.
Inti María Tidball-Binz, curadora de arte y líder en el país de la organización internacional Hollaback, abocada a eliminar el uso del lenguaje sexista en las calles, señaló que “usamos un lenguaje que excluye a mucha gente, y eso tiene que cambiar”. Afirmó estar de acuerdo en el uso de un lenguaje igualitario y señaló como primera necesidad “sentarse a discutir el tema”. “Es algo muy complejo, añadió, pero no podemos cerrarnos a las nuevas formas de expresión, el lenguaje va cambiando con el uso”.
Todavía está por ver si la lengua hace al hombre (y a la mujer), o si son el hombre (y la mujer), quienes hacen la lengua.