La igualdad de género, tercera meta fijada por la ONU para 2015, se queda atrás. La marginación de este objetivo afecta a otros como la mortalidad materna e infantil
«El tercer objetivo del milenio no es sólo un objetivo en sí mismo sino un vehículo para alcanzar todos los demás». La igualdad de género, subraya la revista ‘The Lancet’ , no se está logrando y esto supone un lastre para la salud de las mujeres y sus hijos. Así de contundente es el editorial de la publicación médica, que dedica su último número a la salud materno-infantil en la antesala de la conferencia conjunta de Women Deliver y Countdown 2015.
«Una omisión manifiesta en las conversaciones sobre cómo se alcanzarán las metas en 2015 es la contribución esencial del tercer objetivo del milenio (MDG3), la promoción de la igualdad de género y el fortalecimiento de las mujeres», señala el editorial. Esta ‘gran ausencia’ está condicionando los progresos en otros campos ya que MDG3 «está íntimamente ligado y conectado de forma causal con los objetivos cuatro, cinco y seis».
En general, la aproximación hacia estas metas –reducción de la mortalidad materna, de la infantil y combatir el VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, respectivamente-, se ha centrado en aspectos médicos y tecnológicos que, aunque mejoran cuestiones muy importantes, no son suficientes.
«Por sí solos no lograrán un cambio a largo plazo que afecte a generaciones futuras. No se filtrarán a todas las capas de la sociedad», indica el artículo. «Las grandes desigualdades en la salud materna e infantil, tanto dentro de un país como entre estados, se perpetuarán», añade.
La invisibilidad de mujeres y niños
Los últimos informes acerca de los progresos acometidos en materia de salud de las mujeres y los niños indican que se han producido mejoras aunque aún hay numerosos países cuyas cifras están lejos de lo deseado. Mientras Brasil y China se perfilan como dos fuertes candidatos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, otros estados, de seguir así, no lo lograrán.
Además de la persistente desigualdad de género, hay otros obstáculos que dificultan esta tarea. Entre otros, que «las mujeres y los niños siguen siendo invisibles», apunta Richard Horton, editor de ‘The Lancet’.
La falta de datos rigurosos acerca de los resultados de las distintas intervenciones, las dificultades, en ocasiones, para trasladar los conocimientos a la práctica, los fallos en la prevención de las muertes o cómo la comunidad sanitaria ignora el potencial de las mujeres como agentes movilizadores en materia de salud son algunos de los aspectos que mantienen a estos colectivos fuera de foco.
«Para trazar un plan que haga la salud de las mujeres y los niños más visible, debemos escuchar con más detenimiento las voces de aquellos países donde se producen la mayor parte de esas muertes», apunta Horton. «Con demasiada frecuencia, las ignoramos».