(13/10/1862 – 3/06/1900) fue escritora y exploradora inglesa que tuvo una gran influencia en las ideas europeas sobre África y sus gentes. Su padre era médico y escritor de viajes. Su madre era inválida y se esperaba de Mary que permaneciera en el hogar familiar cuidando de ella. Mary recibió poca formación escolar pero tenía acceso a la bien provista biblioteca paterna, y le encantaba oír de su padre historias de países lejanos.
Su padre murió en febrero de 1892. Su madre murió también cinco semanas más tarde. Liberada de las responsabilidades familiares, y con una renta de 500£ anuales, Mary pudo finalmente viajar. Decidió descubrir África y recopilar el material necesario para finalizar un libro que su padre había empezado acerca de la cultura de las poblaciones africanas.
Mary llegó a Luanda (Angola) en agosto de 1893. Vivió con las gentes del lugar, quienes le enseñaron las habilidades necesarias para sobrevivir en la jungla africana, y a menudo se adentraba sola en zonas peligrosas.
En 1895 volvió a África para estudiar tribus caníbales. Se desplazó en canoa por el río Ogooué, donde descubriría especies de peces desconocidas hasta entonces. Después de su encuentro con la tribu de los Fang escaló el Monte Camerún (4100 m) por una ruta nunca hollada anteriormente por ningún europeo.
A Inglaterra llegaron noticias de sus aventuras, y cuando volvió a casa en octubre de 1895, fue recibida por una multitud de periodistas ansiosos de entrevistarla. Era ya famosa, y durante los tres años siguientes dictó conferencias por todo el país sobre la vida en África.
Mary Kingsley disgustó a la Iglesia de Inglaterra cuando criticó a los misioneros por su empeño en cambiar a los africanos. Habló acerca de, y de hecho defendió, varios aspectos de la vida africana que conmocionaron a muchos ingleses, como la poligamia. Por ejemplo, explicó que «furiosas masas de infamia, degradación y destrucción se expanden por toda la costa nativa… [como] la consecuencia natural del abandono de una poligamia ordenada por una monogamia desordenada«. Argumentaba que un «hombre negro no es menos desarrollado que un blanco como un conejo es una liebre subdesarrollada«, además de afirmar que ella no consideraba a «los nativos como ‘inferiores’… sino con un tipo de mentalidad diferente de la del hombre blanco – un tipo de mentalidad muy aceptable, a su manera«.
Kingsley escribió dos libros sobre sus experiencias: Travels in West Africa (Viajes en África Occidental), que inmediatamente se convirtió en un best-seller, y West African Studies (Estudios de África Occidental).
Durante la Segunda Guerra de los Boér, Kingsley se alistó voluntaria como enfermera. Murió de fiebre tifoidea en Simon’s Town, donde curaba a prisioneros Boer. Según sus deseos, fue sepultada en el mar.