MUJERES DESTACADAS >

Mujeres que hacen: Alejandrina Vendrell

Alejandrina Vendrell

Fuente: El Cronista

Autora: Laura Mafud

La científica Alejandrina Vendrell se refiere a los proyectos que se están llevando adelante en el mundo para combatir la pandemia, comparte su visión sobre la colaboración entre el sector público y privado, y apunta a la brecha de género en el ámbito de la ciencia argentina.

Alejandrina Vendrell, siempre le gustó la ciencia. De niña, soñaba con ser paleontóloga, fantasía que alimentaba con cada visita al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Sin embargo, y tras años de práctica de equitación, su amor por los caballos la impulsó a anotarse en la carrera de Veterinaria. Durante el lustro de dedicación que le demandó sus estudios de grado, desarrolló una fascinación por las temáticas vinculadas a la ciencia básica, el estudio de la genética, la inmunología y la fisiología. Y, gracias a las prácticas en laboratorio y a la ayudantía de cátedra que ejerció en la materia Enfermedades Infecciosas, comenzó a dar los primeros pasos en el ámbito científico. Hoy, lidera el área de Innovación Científica de Sinergium Biotech, una compañía argentina especializada en el desarrollo de medicamentos biotecnológicos de alta complejidad que produce 15 millones de dosis anuales de vacunas contra la gripe, el neumococo y el HPV. Desde allí, Vendrell se dedica al diseño, búsqueda de fondos y gestión de proyectos relacionados con nuevas vacunas y diagnósticos, además de llevar adelante tareas de inteligencia estratégica del negocio e identificación de oportunidades de investigación.

¿Sobre qué está trabajando hoy?

Hay seis proyectos de innovación científica en curso: cinco en vacunas y uno en diagnóstico. Son proyectos que encontré en la ciencia argentina y que, a través de colaboración público-privada y con una política de innovación abierta, pudimos incorporarlos a la empresa. La investigación en vacunas lleva muchos años y muchos fracasos. De 100 proyectos que se pueden empezar, quizá, ninguno llegue a tener una vacuna que devuelva la inversión que se desembolsó. En lo que a investigación en vacunas se refiere, es importante apoyarse en herramientas de financiación: subsidios nacionales o internacionales, que ayuden a llevar adelante esa etapa de prueba, para ver si vale la pena invertir los millones de dólares que cuesta un estudio clínico.

“No es fácil decir cuándo vamos a hacer una vacuna contra el coronavirus”.

¿Es cierto que el desarrollo de una vacuna puede llevar hasta 15 o 20 años?

Ese es el tiempo promedio normal. ¿Se puede acelerar? Sí. Últimamente, se estaba acelerando. Pero las vacunas que hoy están en el mercado deben haber tardado no menos que eso. Sobre todo, después del Tratado de Helsinki (N.d.R: la Declaración de Helsinki estipula una serie principios éticos para la investigación científica en seres humanos adoptada a nivel global por la Asociación Médica Mundial) y de todas las regulaciones para cuidar a la población. Se tiende a pensar que un laboratorio descubre una vacuna y que, mientras se pueda producir en escala, ya mañana se puede hacer. Y no es así. Primero, hay que fabricarla con buenas prácticas y tener un plano detallado de qué tiene esa vacuna. Esas caracterizaciones llevan mucho tiempo y trabajo.

Pero, ¿algunos procesos se aceleraron?

Es como la medicina: antes, uno iba al médico cuando le dolía el codo. Ahora, va al especialista de codo. Esto también se volvió, cada vez, más especializado: hay empresas que se dedican sólo a hacer lotes piloto con buenas prácticas de manufactura para que otras compañías hagan el estudio clínico. Entonces, si bien hay que articular entre numerosas firmas e instituciones, el proceso es más rápido. No es que el mismo que creó la vacuna tiene que pensar cómo escalarla o cómo producirla con buenas prácticas. Cada uno se dedica a lo que sabe hacer y, entonces, es más eficiente. Sin embargo, cada microorganismo es un mundo aparte y hay que encontrar el modelo animal al que se le parece más. Es necesario saber si eso es extrapolable a lo que va a pasar en el humano. Es complejo. Por eso, no es fácil decir cuándo vamos a hacer una vacuna para el coronavirus.

Algunas voces hablaban de 18 meses.

No tengo duda de que se puede. Pero, para poder hacerlo, hay que saltar un montón de pasos de seguridad. En el mundo, hay más de 90 proyectos de vacunas contabilizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), así que debe haber muchos más. Los que tienen mayor inversión o mayor acceso a doblegar esas regulaciones son los que están avanzando.

¿Quiere decir que van a matar gente con esa vacuna?

No. Pero es riesgoso. Hay que tomar la decisión, en base a riesgo-beneficio, de exponer o no a la población voluntaria en esos estudios. Hay una iniciativa en los Estados Unidos para hacer ensayos clínicos de desafío, algo que no se hacía desde la viruela, más o menos: se trata de estudios con voluntarios sanos a quienes se les da el “candidato a vacuna” y se los desafía con el virus a ver si se contagian. El tema con las vacunas es que, con las regulaciones, uno no puede infectar adrede a una persona para constatar si está protegida.

¿Esto explica por qué los estudios son costosos y demandan tanto tiempo?

Hay que esperar años para ver y comparar. Son estudios epidemiológicos muy grandes. Entonces, para evitar todos estos estudios con miles de casos, se puede hacer lo que se hace en animales de experimentación: en grupos reducidos, con una exposición forzada, lo que se llama un ensayo de desafío. Esto significa que se le da la vacuna a aquel grupo al que, supuestamente, se va a proteger -y a otro grupo no-, los exponés al virus y ves. En el grupo control se contagiaron y en este no. Esto es más rápido, pero, por cuestiones éticas, no está permitido en humanos. Sin embargo, con las últimas epidemias de estos coronavirus que estuvieron infectando previamente Asia, se estuvieron haciendo de forma indirecta, vacunando personas que están en muy alto riesgo de contagio. Se está evaluando si vale la pena este riesgo frente al problema mundial que realmente está destruyendo economías enteras.

Dijo que Sinergium Biotech trabaja sobre cinco proyectos de vacunas. ¿Alguna vinculada al Covid-19?

No, son proyectos cuya gestión empezó ya hace un año y medio, y la experimentación, hace un año. Son de otras patologías. Por supuesto, estamos buscando una vacuna. Estamos buscando colaboraciones y evaluando cuál es la mejor opción para apostar.

¿Cómo es trabajar en este contexto? ¿Siente mayor presión, si lo compara a “antes de marzo”?

Siento que todas las áreas de innovación del planeta tienen la gran presión de aprovechar este momento. Como decía Darwin, los momentos de crisis en el mundo dan lugar a las nuevas especies. Cuando hay un gran problema, existen grandes oportunidades. Y existe la presión de poder subirse a esa ola de las nuevas oportunidades. No paro nunca. Estoy buscando de qué manera sacar algo bueno de este momento.

¿Sigue siendo muy masculino el ámbito de la ciencia?

“En la ciencia, pareciera repetirse lo mismo que ocurre en las empresas: las mujeres suelen ser mayoría pero eso no se refleja en los puestos de liderazgo”

Si bien, últimamente, las mujeres asumieron un rol mucho más importante, no dejan de ser el 20% o 30% (y estoy siendo muy generosa) de las personas con autoridad para tomar decisiones. Sobre todo, en la ciencia a nivel mundial. En general, en los seminarios y congresos, la mayoría de los expositores son hombres. La Argentina creo que está un poco mejor que otros países. No obstante, sigue habiendo una diferencia. Y quienes son investigadores independientes y tuvieron una carrera en los últimos 20 o 30 años, en su mayoría, son hombres.

¿A lo largo de su carrera se topó ante alguna traba vinculada a cuestiones de género?

Arranqué de muy chica postulándome a becas. En una oportunidad, tuve una entrevista con un hombre, que lo primero que hizo fue notar que, en mi CV, mencionaba que estaba casada. Yo tenía 25 años, me había casado hacía poco. “En cualquier momento, vas a querer tener hijos”, agregó. Le contesté que eso no estaba aún en mis planes y que no entendía qué tenía que ver. Era una postulación para una beca por dos años. Finalmente, como muchas veces que me cerraron puertas, me hicieron un favor porque me fui a abrir otras puertas más interesantes.

¿Qué puertas abrió antes de llegar a Sinergium Biotech?
Antes de Sinergium, venía del Conicet. Me presenté a una beca de vacunas antitumorales con salmonella como vector de genes de citoquina en el Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (Cefybo), que dirigía Ana Franchi, en la Facultad de Medicina de la UBA. La directora era mujer. La codirectora, también. Ahí hice toda la carrera científica: doctorado, maestría y posdoctorado. Fue como estar en un parque de diversiones: hacíamos muchas técnicas, metodologías y experimentos. Éramos nosotras dos, mi directora y yo, contra el mundo. Fue muy intenso. Durante el doctorado, nacieron mis dos hijos. Hecho que, por supuesto, no fue una traba para avanzar en la carrera. No lo fue. Hice el doctorado en tiempo récord con dos hijos en el medio. Aparte, las mujeres que tenemos hijos y tenemos una vida laboral activa sabemos lo que eso nos organiza. Es una presión natural y una se vuelve mucho más eficiente. Yo tenía que, en la mitad del tiempo, porque debía volver a amamantar, hacer los mismos experimentos que antes. Tenía todo cronometrado. Mientras incubaba esto, hacía lo otro. Mientras sensibilizaba una placa, comía. En este camino, también fue clave el padre de mis hijos. Criarlos sin este compañero no hubiera podido ser compatible con una carrera profesional.

Hoja de ruta

Líder en Innovación Científica en Sinergium Biotech, compañía del Grupo Insud que, con una facturación de u$s 80 millones anuales, se especialzia en la investigación y desarrollo de vacunas y productos biofarmacéuticos, Alejandrina Vendrell es doctora en Farmacología (UBA). También, tiene una maestría en Biotecnología y una licenciatura en Ciencias Veterinarias y Biomédicas, por la misma casa de estudios. Durante parte de su carrera, se desempeñó como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), enfocada a proyectos de desarrollo de inmunoterapias oncológicas, tanto en el diseño de experimentos como en el análisis estadístico.

Compartir esta publicación: