Si las mujeres dirigieran el mundo el mundo sería un lugar mejor. Eso es lo que cree Dee Dee Myers, analista política y primera mujer en ocupar el cargo de Secretaria de Prensa en la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton, quien explica por qué en este artículo especial para BBC. Hasta hace poco tiempo, la idea de que las mujeres podían dirigir el mundo parecía un tanto ridícula, más cerca de la ciencia ficción que un tema para discutir seriamente.
Las mujeres carecían claramente de la capacidad intelectual y de la fortaleza emocional para tomar las decisiones difíciles que requiere el liderazgo. No era discriminación, era biología: era sólo la forma en que estábamos hechas las mujeres.
Pero eso era antes. En décadas recientes, actitudes e ideas han cambiado y rápido. Eso no significa que todos los rincones del mundo han recibido con agrado el paso de las mujeres de lo tradicional y privado a lo moderno y lo público. Pero ese paso se ha dado.
¿Entonces qué ha cambiado? Muchas cosas. Tal como dejan claro la experiencia y una gran cantidad de investigaciones, empoderar a las mujeres hace que todo sea mejor. No perfecto. Pero mejor.
Los negocios son más redituables. Los gobiernos son más representativos. Las familias son más sólidas y las comunidades más saludables. Hay menos violencia y más paz, estabilidad y sostenibilidad.
¿Por qué? Bueno, empieza con el simple hecho de que las mujeres a menudo perciben la vida de forma diferente. Y esa percepción afecta el modo en que vemos los problemas y cómo pensamos las soluciones.
«La diversidad es una absoluta ventaja», dice Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional.
«Con diversidad se consiguen formas diferentes de ver el mundo, formas diferentes de analizar los temas, formas diferentes de ofrecer soluciones. El mero hecho de la diversidad amplía el horizonte y enriquece el proceso de razonamiento, que es crítico».
Fortaleza
Mujeres y hombres suelen decir que las mujeres se comunican de manera distinta, que escuchan, promueven el diálogo y construyen consenso.
Los estudios también muestran que las mujeres también dirigen de forma diferente a los hombres. Tienden a ser más colaborativas, inclusivas y orientadas al trabajo en equipo, todas cualidades que resultan efectivas, particularmente en el mundo de hoy en día, menos jerárquico, veloz e impulsado por la innovación.
Es importante asumir que hombres y mujeres aportan a la vida pública habilidades y cualidades diferentes. Por mucho tiempo se esperó que las mujeres pensaran y actuaran como hombres si querían tener éxito.
Pero cada vez más sus diferencias se ven como una fortaleza más que como una debilidad que habría que superar.
«Siempre he creído que las mujeres no deberían imitar a los hombres y que cualquiera sea la parte femenina que llevas dentro, deberías dejar que se desarrolle, prospere y se exprese», dice Lagarde.
Eso no quiere decir que no existan obstáculos. Las mujeres han sido juzgadas con doble rasero. Muchos estudios muestran que sus logros son un poco menos valorados y que tienen menos margen de error.
A pesar de estos desafíos, los beneficios de empoderar a las mujeres son innegables. Las mujeres son el motor que empuja el crecimiento económico mundial.
El año pasado, las mujeres fueron responsables de U$20 billones en gasto. Y para 2014, se espera que esa cifra crezca hasta U$28 billones. Y cuando las mujeres tienen más dinero, lo gastan de forma diferente. Alimentan a sus familias con una dieta más saludable y envían a sus hijos a la escuela. Invierten en agua potable, en mejores colegios, educación y salud.
Como resultado, invertir en las mujeres se ha convertido en algo más que una buena política de relaciones públicas. Es ahora una estrategia imperativa para compañías de todo el mundo.
«Guardianas de su pueblo»
Las mujeres son también esenciales para construir y mantener la paz. Hoy, cerca de la mitad de los acuerdos de paz fallan antes de cumplir 5 años, en buena medida porque la mitad de los interesados están excluidos.
Cuando las mujeres están en la mesa de negociaciones, ayudan a construir puentes entre los diferentes grupos y aseguran que se aborde una gama más amplia de temas, desde seguridad alimentaria hasta violencia sexual. Como resultado, es más probable que la paz eche raíces.
La ex Secretaria de Estado de Estados Unidos Condoleeza Rice dice que ella aprendió de primera mano que es necesario que las mujeres participen en los procesos de paz. (Ver recuadro)
«Las mujeres son muchas veces guardianas de su pueblo, de su familia, y por eso son las que más sufren en las zonas de conflicto. Suelen ser el blanco de saqueadores, de quienes violan y mutilan y si puedes lograr que se involucren en el proceso de paz, ayudarán a recuperar la sociedad».
Por lo tanto, empoderar a las mujeres no es sólo cuestión de corrección política, también es cuestión de mejores resultados. Es cuestión de finalizar conflictos, de sostener la paz. Es cuestión de mejorar la calidad de vida de la gente en todo el mundo.
Empoderar a las mujeres no sólo es lo correcto, es lo necesario. Y como las mujeres están cada vez más a cargo, el mundo está cambiando para mejor.