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Ruth Rogan Benerito

Ruth Rogan Benerito (12 de enero de 1916 – 5 de octubre de 2013) fue una química e inventora estadounidense conocida por su trabajo relacionado con la industria textil, entre los que destacan el desarrollo de lavar y usar telas de algodón. Ruth Benerito modificó el algodón para reducir el tiempo dedicado a planchar. Llegó a registrar 55 patentes.1

La invención del algodón sin arrugas

Ruth Benerito es famosa por su trabajo en relación con el uso de cloruros de ácidos mono-básico en la producción de algodón, con la que tiene 55 patentes, lo que permite más ropa libre de arrugas y duradera. Ella inventó estas telas de algodón lavado-y-desgaste, mientras trabajaba en el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) laboratorios en Nueva Orleans en 1950.​ Antes de esta innovación, una familia necesitaba un tiempo considerable para planchar la ropa. Benerito encontró una manera de tratar químicamente la superficie de algodón que llevó no solo a la tela resistente a las arrugas, sino también a las manchas y telas resistentes a las llamas. La invención se decía que había «salvado la industria del algodón».

Benerito nació en Nueva Orleans. Sus padres creían firmemente en los derechos y la educación de las mujeres. Ella misma definiría a su padre, ingeniero civil, como un pionero de la liberación de la mujer y a su madre, artista, como una “mujer verdaderamente liberada”.

A pesar de haber nacido y crecido en una época en que pocas mujeres se dedicaban a las ciencias puras, y en la que había aún menos puestos de trabajo para aquellas que lo hacían, ella optó por una carrera científica cuando ingresó en la universidad femenina a los 15 años. Al principio se sintió interesada por las matemáticas, pero descubrió que la única perspectiva laboral tras esos estudios era en una compañía de seguros calculando probabilidades.

Eran los años de la Gran Depresión en Estados Unidos y ella prefería dedicarse a resolver problemas prácticos de sus conciudadanos, así que pronto decidió que prefería la química. Cuando se graduó en 1935 uno de cada cinco estadounidenses estaba en el paro. Encontrar trabajo era difícil para los hombres y casi imposible para las mujeres. Lo habitual hasta ese momento para una mujer con título universitario era la enseñanza, pero en medio de la crisis y para reducir costes, las escuelas evitaban contratar a personal nuevo y repartían las asignaturas entre los profesores ya contratados, asignando a menudo las clases de ciencia a los entrenadores de fútbol. Benerito decidió continuar con sus estudios y convertirse en técnica de laboratorio.

Poco tiempo después, sí consiguió un puesto de trabajo en un instituto de Nueva Orleans, donde además de dar clases de ciencia tenía que impartir clases de conducción segura, con la dificultad añadida de que ella misma no sabía conducir. Al mismo tiempo logró su título de máster acudiendo a clases nocturnas. Ella y otra mujer, Margaret Strange, más tarde vicepresidenta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Alabama, serían las únicas alumnas autorizadas para estudiar química física en la Universidad Tulane, masculina, junto con los estudiantes de ingeniería. “No les gustó nada de nada”, contaría ella más tarde.

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial continuó dando clases de química, pero al terminar ella y su familia se mudaron a Chicago, donde ella realizó su tesis doctoral en física química yendo a clases y trabajando en ello de verano en verano. La Universidad de Chicago contaba entonces con un buen número de científicos ganadores de premios Nobel por su trabajo en el Proyecto Manhattan, y Benerito disfrutó mucho del clima intelectual y de recibir clases de “los mejores químicos del último siglo” en grupos de estudiantes muy reducidos.

De la docencia a la investigación cansada de la discriminación salarial

En 1953, cansada de la discriminación salarial en el entorno académico, decidió dejar las clases y trabajar como investigadora en el Centro Regional de Investigación del Sur (SRRC por sus siglas en inglés) de vuelta en Nueva Orleans, y allí siguió trabajando hasta su jubilación en 1986. Antes de centrarse en el algodón, desarrolló un método para inyectar soluciones grasas de forma intravenosa para ayudar a nutrir a soldados que habían sido gravemente heridos en la Guerra de Corea.

Premios

  • 1968 Federal Woman Award
  • 1968 Southern Chemist Award
  • 1970 Medalla Garvan-Olin
  • 1972 Southwest Regional Award of American Chemical Society
  • 1981 Honorary degree, Tulane University
  • 2002 Lemelson-MIT Lifetime Achievement Award
  • 2008 National Inventors Hall of Fame

    Fuente: Mujeres Con Ciencia

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