«Las leyes son como las mujeres, están para violarlas». Esta es la frase que le costó el puesto a José M. Castelao, ex-diputado del PP de Galicia. Es difícil conocer el contexto en que se dijo, pero lo que sorprende es que una persona inteligente, un hombre hecho a sí mismo, con tantos triunfos en su carrera, crea que pueda hacer gracia en nuestra sociedad actual. Sin embargo, puede que no esté del todo equivocado. Aun hay muchas personas poderosas que han llegado al poder con una mentalidad que considera la explotación como única forma posible de relacionarse. Muchas personas creen que el liderazgo viene del poder del más fuerte usando como herramientas de trabajo la intimidación y el control absolutos. Eso es exactamente lo que refleja esta frase. Eso, y la convicción de ser el mejor, el explotador, de celebrar ser uno de los que están «encima», porque en este tipo de mentalidades solo hay gente ganadora o perdedora, listos o tontos, explotadores o explotados.
Su razonamiento es aparentemente darwiniano, pero Darwin no consideraba como mejor rasgo para la supervivencia el triunfo del más fuerte. En nuestra especie y todas las sociales la colaboración y solidaridad así como el respeto han sido las claves para nuestra evolución. Sólo en los carnívoros solitarios es cierta la ley del triunfo del más fuerteEstamos estudiando la naturaleza del poder, la naturaleza de los que aman el poder y las inteligencias necesarias para estar en el poder. Estamos averiguando lo que ocurre a un ser humano con poder en la mano. No solo se trata de quienes llegan al poder, sino de qué nos hace el poder cuando llegamos a tenerlo. Es fundamental entender estos aspectos de la naturaleza humana porque, al igual que para momentos de crisis se preparan protocolos para protegernos de las reacciones emocionales que impiden actuar de forma adecuada, -por ejemplo en emergencias hospitalarias-, necesitamos urgentemente protocolos o procedimientos preventivos, especialmente con personas poderosas e influyentes para que sus emociones no los conviertan en representantes del odio.
Necesitamos prevenir actuaciones como la de este ex-diputado, notario, abogado. Es esencial crear culturas de liderazgo sostenibles, inclusivas y saludables. Su comentario equivale, en materia de género, al racismo o al enaltecimiento del terrorismo. Es odio. ¿Qué le han hecho las mujeres y las leyes?, me pregunto yo. El odio no sulele tener muy buenos resultados a largo plazo, no crea culturas sotenibles sino paranoides y la creatividad se ve gravemente afectada por este estado mental. También la rentabilidad a largo plazo.
Los líderes no pueden estar en un ámbito sin controles ni restricciones porque sirven de modelo público, además de tomar decisiones que nos afectan a todos. Necesitamos líderes modelo de una cultura adecuada a nuestros tiempos.
Afortunadamente este comentario ha resultado lo bastante repugnante como para que no siga siendo un líder oficial en nuestro país. Se fue con excusas. Esperemos que las mujeres de su familia tengan una versión más amable de él y que sólo haya sido una machada fuera de tono. Lamentablemente, lo dudo. Lo que sí refleja este incidente es que hemos mejorado mucho como sociedad, hace pocos años se le hubiera reído la gracia.