Fuente: Desnivel.
Lise Billon, Fanny Schmutz y Maud Vanpoulle escalan el Filo Sureste del Cerro Torre
Lise Billon, Fanny Schmutz y Maud Vanpoulle han hecho realidad su sueño de escalar el Cerro Torre por una vía tan emblemática como la del Filo Sureste. Las tres alpinistas y guías francesas han realizado, de este modo, la primera ascensión femenina por la línea que otrora resiguió la famosa vía del Compresor de Cesare Maestri.
Las tres ya tenían experiencias previas en Patagonia cuando llegaron a El Chaltén este verano austral. Lise Billon viajó ya en 2011, con el sueño de escalar el Cerro Torre; Maud Vanpoulle fue por primera vez en 2015; y las tres juntas lo intentaron el año pasado. Sabían pues que las condiciones meteorológicas no se lo iban a poner fácil. Por eso, se armaron de paciencia a la espera de una ventana de buen tiempo que les permitiera escalar varios días.
Nada más empezar su estancia en Patagonia transportaron hasta Niponino todo su material. Estaban comprometidas con el Cerro Torre y no iban a desgastarse yendo de un valle a otro según las vicisitudes de la meteorología. Durante seis semanas se tuvieron que consagrar a la vida de El Chaltén, tratando de mantener la forma y revisando concienzudamente cada parte. Finalmente, se les apareció una breve ventana de buen tiempo que no iban a dejar escapar.
Tres días de escalada
Con la idea de aprovechar al máximo las horas de buen tiempo pronosticadas, partieron del Chaltén el 22 de febrero. Sabían que aquel iba a ser un día de lluvia, y así fue. Realizaron la aproximación hasta Niponino, a los pies del Cerro Torre, enfundadas en sus chaquetas de gore tex y con dudas sobre si toda esa nieve que veían les iba a permitir progresar.
El 23 de febrero comenzó la escalada propiamente dicha. En realidad, se trataba de la parte fácil, que conduce hasta el Col de la Paciencia, pero se encontraron que el trabajo de abrir huella en la nieve les llevó más tiempo del previsto. Allí, no encontraron ni rastro de la plataforma que Marc Toralles, Tasio Martín e Ignacio Mulero les habían descrito tras su ascensión de un mes antes, así que tuvieron que tirar de palas para labrarse un espacio sobre el que descansar.
No madrugaron en la mañana del 24 de febrero, para evitar el frío de primera hora. Las condiciones se presentaban dudosas y otra cordada decidió renunciar en ese punto. Ellas optaron por continuar, completando su material con algo más de peso prestado y con la posibilidad de retirarse a la altura del L15 por la Corkscrew. Progresando lentamente, consiguieron llegar al vivac y tallaron una plataforma en el hielo para apretujarse en los dos tercios de tienda que no colgaban sobre el vacío.
El 25 de febrero decidieron continuar, superando “formaciones mixtas de otro mundo, un largo de hielo único, el famoso headwall y su compresor”, hasta finalmente alcanzar la cima alrededor de las 19 horas de la tarde. Tras la explosión de alegría de una cumbre en perfecta calma, iniciaron el descenso hasta el último vivac, para completar la bajada directamente hasta El Chaltén al día siguiente.
“Fin. Felices. Cansadas. Realizadas. Regreso a casa. Esta ascensión fue la cosa más extraordinaria del mundo”, concluye Maud Vanpoulle.